SÚPER CAMPEÓN
Sus dos mejores jugadores lesionados en los primeros 20 minutos. Un gol increíble de Alexis. Un palo de Villa.
Todo en contra, la suerte, las lágrimas de Diego Costa y Arda, las
oportunidades perdidas..Y
sí, el Atleti es así. El Atleti es el campeón. Y lo es
porque cuando parecía no haber esperanza, cuando lo fácil era rendirse y
llenarse de excusas, un equipo sensacional, una colección de
futbolistas ejemplares, se puso en pie y reaccionó a los golpes con una
valentía increíble. Con coraje, sí, y con fútbol. Con muy buen fútbol
durante un cuarto de hora que culminó un cabezazo de Godín que ya es leyenda, un gol que da a los colchoneros su décima Liga, un tanto que hace justicia.
El partido Comenzó con un Barça sin Xavi y un Atleti con Villa en un Camp Nou
impresionante, con un ambiente tremendo. La afición sí creía en la
Liga, su equipo estaba por ver. Los visitantes, de un amarillo que
hubiera hecho crujir los dientes a Luis, siempre en la memoria, salieron con el aplomo habitual en cada gran cita de esta temporada. Presionando en campo contrario, saliendo rápido y dando la sensación que en cuanto a deseo no había color. Diego Costa llegó a línea de fondo al minuto y medio y poco después Tiago y Juanfran
se aliaron para esa acción marca de la casa que ya mató al Chelsea:
pase del portugués a la espalda, llegada por sorpresa y primer toque hacia atrás del lateral. Piqué, en semifallo, evitó el gol.
Y cuando más desconcertado estaba el Barça, la fortuna le echó un cable. Bueno, dos. En una contra clara, Diego Costa se resintió de su lesión muscular y tuvo que retirarse entre lágrimas desconsoladas. Era el minuto 14. Antes de que el Atleti fuera capaz de asumir el mazazo, en el 21’, Cesc atropelló sin balón a Arda y el turco no aguantó el golpe. Intentó seguir, pero fue imposible, Nuevo cambio, nuevas lágrimas. ¿Qué más podía suceder?
Pues que el Barça, que apenas había inquietado a Courtois con un cabezazo horrible de Pedro a un gran centro de Alves, se encontró un gol inesperado e inmerecido. Perdón, un gol no, un golazo. Un control largo de Messi con el pecho se convirtió en sorprendente asistencia cuando Alexis, siempre impredecible, se inventó un disparo violento y maravilloso directo a la escuadra. Courtois ni lo vio pasar.
La ventaja le dio al Barça el liderato provisional pero no la calma perdida. Sin Xavi, con Iniesta y Cesc como interiores dispersos, Pedro desacertado y Messi pensando en sus cosas,
nunca frenó un partido que pedía a gritos toque, control y puntilla.
Tras cinco minutos sintiendo la tentación de dejarse llevar por una
muerte dulce, el Atleti recuperó su esencia. A veces juega mejor y otras peor, pero jamás se rinde. Jamás. Sin sus dos referencias ofensivas, se necesitaban héroes nuevos. Koke, Filipe y Tiago acudieron a la cita. A su alrededor crecieron todos: Gabi, Villa, Raúl García... Si iba a ser un desastre, que fuera un desastre esplendoroso.
Acabó la primera parte con el Atleti instalado en el área de Pinto,
quien, por cierto, no será un portero estelar, pero es entretenido como
pocos. En una sucesión de córners, Alves le quitó in extremis un gol a Raúl García, Koke remató mal con la zurda desde la frontal y quedó claro que el balón parado era una pesadilla para el Barcelona. Un clásico.
El descanso era el momento de Simeone, el autor de este equipo-milagro. Con todo en contra tenía que dar una charla nivel Luis:
emocionante, atlética, inteligente... Capaz de resucitar a los muertos.
Algún día conoceremos sus palabras exactas, pero el resultado fue
grandioso. Al vestuario entró un Atleti digno, pero herido. De él
regresó un Atleti sensacional que avasalló al Barça durante un cuarto de hora que valdría una Liga.
Nada más salir, en un disparo dificilísimo a la media vuelta, seco y violento, de ese instinto que le hizo grande, Villa remató al poste. No ha tenido suerte en el tramo final (este palo, el del Málaga), pero su trabajo
fue emocionante. El mejor delantero de la historia de España, el único
de este Atleti que lo ha ganado todo, sudando como un meritorio hasta
caer rendido. Un ejemplo.
En el 48’, el Guaje se plantó ante Pinto y Adriano le rebañó el empate. Córner. Allí acudió Gabi sin saber que se dirigía hacia la gloria. El capitán puso el córner al lugar señalado, donde Tiago y Miranda realizaron una pantalla en la que quedaron atrapados los defensas del Barça. Y allí se alzó, imponente, Godín para cabecear picado a la red. Es justicia poética que a este Atleti que ha hecho del bloque su seña de identidad le hayan dado dos títulos sus pilares anónimos, sus fabulosos centrales: Miranda, la Copa y Godín, la Liga.
Quedaban 40 minutos, un mundo, pero el Barça no tuvo la orgullosa reacción que había mostrado antes
su rival. Lo intentó, claro, pero vimos sólo una sombra del gigante que
fue. Todo se acaba y, si este es el final de aquella época gloriosa, la
mejor que uno ha disfrutado, sólo queda aplaudir. Pero mañana. En este
día clave, el equipo no dio la talla.
El primero, Messi, al que su millonaria renovación no inspiró demasiado. Y aun así pudo acabar en héroe si Mateu
no le hubiera anulado un gol por dudoso fuera de juego en el minuto 64.
Pero no sirve de excusa. Si alguien controló el tramo final fue el
Atleti, con un Koke majestuoso al frente. El dominio local sólo se tradujo en una ocasión clara: un tirazo de Alves que permitió lucirse a Courtois. El resto, barullo y el Atleti rondando el segundo a la contra.
Por experiencia reciente les diré que los últimos diez minutos se
hicieron más largos que 40 horas de parto, pero estaba escrito: la Liga era del Atleti.. espera Lisboa.
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